Uzumaki: horror espiral
Nunca voy a olvidar la sensación inicial de leer Uzumaki, probablemente el trabajo más famoso del aclamado artista y escritor de manga Junji Ito, por primera vez, hace ya un buen número de años. Lo hacía normalmente en mis horas de almuerzo en el trabajo, lo que probablemente no era lo más inteligente porque la sensación que asocio más con Uzumaki es una incomodidad en el estómago.
Y no lo digo porque el manga sea particularmente crudo y gráfico, aunque sí lo es por momentos. Pero el malestar que Uzumaki causó en mí realmente no tenía que ver con la reacción física de ver algo asqueroso, sino con una sensación más sutil, la forma en que los dibujos logran transmitirte opresión y un peligro inminente aunque indescifrable, aunque no haya nada explícitamente horrible en la página.
Uzumaki trascurre en el pueblo de Kurozu-cho, que repentinamente comienza a experimentar ocurrencias anormales que giran no en torno a alguna maldición, un demonio o algún otro clásico cliché de la ficción del terror, sino en torno a un concepto geométrico: los espirales.
Ito tiene un gran ojo a la hora de dibujar criaturas aterradoras y obscenamente deformes, algo que a Uzumaki no le falta, pero su talento más impresionante es quizá la forma en que incluso sus escenas “normales”, los diseños de sus personajes y el mundo a su alrededor tienen algo casi indescifrable que es… a falta de otra palabra raro. Quizá es la forma en que los diseños de Ito son tan distintos a los de la mayoría de los artistas de manga, mucho menos predispuestos a tratar de ser estéticamente placenteros. El mundo de las historias de Ito es uno de paranoia, de incertidumbre, de horror latente escondido, siempre a la vuelta de la esquina, y en cada panel de manga eso es palpable, abstracto hasta que ya no lo es.
Al principio el terror de Uzumaki es episódico y, más allá de su premisa extraña, nada “de otro mundo”. Gente volviéndose loca por repentinas obsesiones con espirales que los llevan a autodestruirse – ¿qué pasa cuando uno desarrolla una fobia violenta a los espirales y luego recuerda que el cuerpo humano tiene esas formas en algunas partes? – o desarrollando mutaciones macabras y terribles.
Pero a medida que la historia va desarrollándose, el horror que acecha a Kurozu-cho comienza a crecer en magnitud y su naturaleza se hace aún más inabarcable hasta llegar a cotas de terror cósmico que harían levantar las cejas al mismísimo H.P. Lovecraft. Lo que no quiere decir que haya un parecido particular entre Uzumaki y la obra de Lovecraft más allá del concepto básico del horror cósmico: la noción de que hay verdades tan incomprensibles para la mente humana que avistarlas sin estar preparados para comprenderlas es un camino a la locura.
Como si nos adentráramos cada vez más en nuestro propio espiral, el manga se vuelve consistentemente más extraño, más retorcido y más inexplicablemente horrible a medida que avanza, y en mi caso esa sensación en el estómago, como de mareo, se quedó conmigo.
Si querés experimentar un tipo de terror que se queda contigo, Uzumaki es una gran opción para pasarla mal.
En cuanto a mí, escribir esto me metió las ganas de más Ito, así que creo que voy a estar sumergiéndome en sus otros trabajos. Ya les cuento más adelante, si es que mi cordura resiste.
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