The Kings of Summer: Recordar independencias tempranas
Típico, hay momentos en los que no aguantás a tus papás y qué mejor que abrirte de todo, juntar un par de cosas y aventurarte junto a tus amigos a vivir por tu cuenta en una casa que te vas a construir con ellos EN EL BOSQUE. No, sí, normal deletreado y en negrita. La verdad es que, a muchos seguro nos pasó lo de implementar el camping hasta en la pieza misma con tal de aislarnos de la rutina y así poder despejarnos de nuestra adolescencia por un rato y creernos el cuento de que podemos ser independientes y valernos por nuestra cuenta sin matar a nadie o morir en el intento. También creo que sabemos que todo esto no dura más que lo que tardamos en romper un vaso y cortarnos el pie, un brazo o la cabeza. Me pasó. HOLA, CATORCE AÑOS.
Cuando era chica y todavía ni sabía cómo se usaban las toallitas higiénicas ((((POR QUÉ DABA ESE EJEMPLO)))) no tenía mejor forma de emplear mi tiempo libre, era MUCHO, que destrozando niveles en Yoshi’s Island y otros juegos en el Super Nintendo y usando mi tan preciada imaginación y creatividad. Es por eso que orgullosa puedo decir tuve la mejor infancia que pude tener. Pero ¿a qué voy con todo esto de contarles lo gloriosos que fueron los primeros años conscientes de mi vida? Justifico mi volver en el tiempo con el querer reseñar “The Kings of Summer” compartiendo una experiencia personal.
De niña camino a la adolescencia amaba cada mañana porque cada nuevo despertar era aventurarme y de lleno en lo que sea que se me ocurría experimentar ni bien abría los ojos. Varias fueron las veces en las que se me ocurrió lo que a los chicos de este filme de Jordan Vogt-Roberts: construir un lugar aparte de mi casa para vivir bajo mis propias reglas y de alguna manera independizarme de los adultos proveedores de todo cuanto necesitaba alias mis papás.
Recuerdo que todo empezó en mi pieza donde con sábanas aquí, sábanas allá, armaba mi fortaleza y todo era diversión, NO SE PERMITE EL PASO A LOS MAYORES DE EDAD, PD: BUENO SOLO SI TRAEN COMIDA, y demás, hasta que alguien salía lastimado, en casi todos los casos mi persona. Como esa primera vez que luego de armar la super tienda de emancipación precoz, no tuve mejor y más brillante idea que tirarme sobre la misma desde lo más alto de la cama de dos pisos que sostenía tal sólida construcción. No recordé antes de hacerlo sino segundos después de caer, que había dejado unos vasos en la que era “mi sala de estar”.
Luego de los llantos, las heridas y de ser socorrida por mamá, la idea de “vivir sola” ya no pasaba por mi cabeza… hasta unas semanas más tarde en las que de nuevo me encontraba armando un camping mucho más grande fuera de casa, en el patio y con mis hermanos. Llevábamos nuevamente cuanta sábana encontrábamos y esta vez utilizaba el tendedero de ropa para edificar un nuevo y más amplio, lugar para vivir y por mi cuenta alejada de las reglas de la casa. Todo eso duraba hasta que oscurecía y mi miedo hacia los sapos aparecía. Los sapos y todo eso que tenía la noche capaz de hacer que los niños, si no todos la mayoría, queramos y con tantas ansías que se haga de día. Mucho tiempo odié las noches y me pasé esperando que salga el sol.
Los campings fueron así, impulsos que no duraron más que unas horas pero fueron horas en las que disfruté de hacerlo todo a mi manera. Por eso esta película se sintió tan bien a pesar de tratar sobre lo que a muchos les va a parecer “una tontería de adolescentes”. Creo que si luego de verla te parece que es eso puedo aplicar el “no tuviste infancia”. “The Kings of Summer” es recordar que alguna vez quisimos divertirnos a nuestras expensas y pasar un rato con nuestros amigos como amos y señores de todo lo que nos rodea.
No todos tuvimos un bosque, el dinero y material para construir cuanto se nos ocurría, las espadas o todo eso junto como en esta película. Pero ¿gua’u que no quisimos todo eso y más? Este filme es volver atrás y disfrutar brevemente un recuerdo. Disfrutarlo bien, con una banda sonora, diálogos con mucho humor interpretados por actores acordes a sus lineas y unos juegos de cámara que hacen que la hora y media que dura este filme valga mucho la pena.
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