Razones por las que nunca sería Sailor Moon
No sé si hay algún tipo de don que le otorgue a la persona en cuestión la habilidad de trabajar en silencio y concentrarse en una sola cosa por largos periodos de tiempo; si lo hay… definitivamente llegué tarde a su repartición. A la repartición de la destreza de divagar, a esa sí que llegue a tiempo. En fin, hace como tres semanas, buscando algo que escuchar de fondo mientras intento programar mi súper sistema, encontré una página que aloja todos los capítulos de Sailor Moon y casi como la primera vez que me topé con las Sailor Scouts, recaí en la adicción… de ver la serie, obviamente.
Es desde entonces, que el llanto de Sailor Moon, el grito de las Scouts y la tonta sonrisa cada vez que se toman tres horas entre transformarse o atacar; me acompañan todas las tardes y hasta entrada la madrugada. A veces la mirada se me desvía hacia el segundo monitor más de lo que debería. Una de esas cosas me pasó ayer, eran como las 2AM y teóricamente estaba concentrada en mi tesis hasta que me encontré paseando por Google y descubrí que la estimada Serena Tsukino tenía solo 14 años al comienzo de la serie. También recordé que Darien era estudiante universitario, por ende debería tener una edad por encima de los 18 -según mis cálculos, aunque puede que los japoneses tengan algún tipo distinto de educación-, en fin, todas las Sailor de Mercurio a Júpiter tenían -¿tienen?- 14 y se pasean por Tokio, entrando y saliendo de sus casas como adultos responsables (¿?). Es entonces que pensando en sus andanzas se me ocurrió lo siguiente:
Tres razones por las que yo nunca seria Sailor Moon -O cualquiera de las Sailor Scouts-
1- Probablemente, andaría por ahí buscando mi broche. Si era una de esas varitas… eso iba a complicarme más la existencia. Imagínense la situación:
Hay un demonio suelto y todo el mundo…
-“¡Auxilioooo!”
Y yo:
-“¿Mi broche?, ¿dónde puse mi broche? ¡Mamáaaaaaaaa!, ¿no viste dónde dejé mi broche ese? Uno con forma de corazón”
Y mi mamá:
-“¿revisaste en la heladera?” …
Sí… tengo por costumbre ir hasta la heladera cuando no sé qué hacer; abrirla y mirar la lucecita como si fuera uno de los grandes misterios de la vida. A menudo también me pasa el olvidarme cosas dentro. El celular por ejemplo. Así que definitivamente, esa sería la primera sugerencia de mi madre. Vendría seguido de algo como: “si hubieras ordenado tu pieza como te pedí ayer, seguro sabrías dónde está metido” :(
2- Si a los 14 andaba con un “universitario”, mamá me castraba; y a él.
En serio, que madre en su sano juicio dejaría que su “nena” salga con un “universitario”. Aunque yo siempre sospeché que la mamá de Serena tenia demasiado aire en la cabeza.
3- Si a los 14 intentaba andar por ahí de noche iba a ser algo así:
-“¿A dónde pensas que vas a ir a esta hora?
-“Ehhh… Un rato a… ¿por ahí?”
-“¿Con quién?”
-“Con mis amigas”
-“¿Cómo se llaman tus amigas?”
-“Fulanita, menganita, sultanita”
-“¿Y cómo se llaman los padres de tus amigas?”
-“Ehh… espera que averiguo”… “fulanita, ¿cómo se llama tu papá?, ¿y tu mamá?”. “El papá de fulanita se llama fulanito y su mamá, fulanita”
-“Ah, y ¿cuál es el número de teléfono de la mamá de fulanita?”
-“Eh… esperame un rato… ¿fulanita?, ¿cuál es el número de teléfono de tu mamá?”, “tal número mama”
-“¿Y quién te va a traer?”
-“Eh… mi amigo que está en la universidad” “¡¿QUUUEEEEEEEEEEEEEEE!?… ¿a qué hora? ¿Hace cuánto que maneja? ¿De dónde le conoces? ¿Cómo se llama su mamá? ¿Y su papá? y …”
– “Deja nomas, ya no vengas…ya solucionamos el problema”
-“¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaaa! ya no salgo”
– “¿Y por qué? ¿Si querías salir? ¿No querés que te lleve?”
Claro, antes de eso tendría que haber pasado por el típico caso de salto de permisos:
-“Mamá, ¿puedo salir un rato?”
-“Preguntale a tu papá”
-“Papá, ¿puedo salir un rato?”
-“Y, ¿qué te dijo tu mama?”
-“Que te pregunte si puedo salir”
-“Y si ella dice que podés salir entonces no me opongo”
Así que menos mal que Serena es Sailor Moon, y Sailor Moon solo una historia… porque si dependía de mi salvar el mundo a los 14 años no contábamos la historia.
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