Una crónica aburrida sobre un viaje a Formosa
Hola. En realidad, la única razón de mi viaje fue el evento de manga y anime Natsu. Lo que sé es que se hizo el año pasado, y no quiero buscar en google o facebook porque tengo sueño. No duermo desde el domingo a la mañana por culpa de que… les cuento por qué al final.
Llegando con el sudor y el desaliño característico de mi persona, me encontré con dos amigos que también irían al Natsu. Sus nombres no los coloco por motivos de seguridad, pero no tengo problemas en postear sus fotos. Estábamos en la terminal y bromeábamos sobre las malas organizaciones de eventos otaku.
Todo estaba mal. No me había peinado pero había logrado llegar a tiempo, y eso era lo importante.
Cuando llegamos a migraciones, y la señal de Tigo ya estaba desapareciendo, me revisaron la notebook en busca de algún tipo de pornografía ilegal. No encontraron nada.
Bueno, adelantemos hasta la parte en donde llegué a Formosa City. En la ocasión… Nota mental: Esto no es una crónica periodística profesional seria.
Llegamos. Subimos al colectivo. Nos dirigíamos al hotel. Aire acondicionado en el colectivo. Yo y mi pelo incontrolable.
Me dejaron solo dentro de una habitación mientras se divertían rompiendo vidrios en el suyo. Cuando salimos, tenía frente a mí todo un ecosistema de mosquitos, calor, nubes extrañas, palomas defecando.
Entramos al hotel, nuevamente. Fuimos a un restaurante, bar, y fue en ese momento en que me dí cuenta de que no tenía el dinero suficiente para solventar todos los gastos necesarios para el entero viaje. Menudo problema.
Fuimos al evento, terminó el evento. Sin novedades.
Al final de la noche, y después de recorrer la formosa nocturna, llena de gente (Nota mental: ampliar este punto, más abajo), para comprar bebidas de ebrios, decidimos volver. Y como la idea era pasarla juntos como amigos, una noche: ¿qué mejor que quedarse dormido a la una de la mañana para evitarlo? Pero también, con unas chicas gritando a lado de la habitación ¿cómo pude haberme quedado dormido?
Al día siguiente tenía que prepararme rápido porque el desayuno estaba disponible solo hasta las 09:30, y como nosotros no íbamos a pagar por otra noche, entonces teníamos que abstenernos a las reglas y salir antes de las 10 de la mañana. Desempacamos a las 11:30. Pagamos 165 pesos.
Saqué todas mis cosas del baño, de las camas. Apagué la notebook, en donde estaba guardando las fotos del peculiar viaje, y cerré la puerta, suavemente. Panda y David fueron a despertarme, me sacaron una foto con la cara somnolienta, y espero que no la suban porque moriré.
Desayuno formoseño. |
Cuando salimos, nos despedimos de las chicas paraguayas que también se habían hospedado en el hotel. Caminamos hasta un costado de la costanera de Formosa y empezamos a charlar. Poco a poco todos fueron cayendo al suelo hasta que finalmente nos habíamos quedado dormidos.
Después de eso nos fuimos al Natsu. Nos sentamos hasta que alguien quiso comer. Por ende, fuimos a un kiosko que se encontraba pegado a dos restaurantes, muy lindos. Entre los clientes había un señor muy anciano y otras señoras algo pasadas de peso. Muy lindas todas y todos.
La señora que atendía el negocio al que entramos me comentó que en esa zona de Formosa acostumbran tener mayor movimiento durante la noche.
Era tan increíble, por lo menos para alguien como yo ver como las personas se esparcían en grandes cantidades durante la noche del domingo. Y para que vean cómo es el lugar de noche, les tiro una foto a lo mexicano.
Ellos terminaban de comer, cuando yo terminaba mi crónica acerca de este viaje. Luego fuimos nuevamente al evento. Y claro, mientras caminaban por en medio de las calles San Martín yo me maravillaba con las estatuas.
Volvimos al evento. Salimos de allí. Fuimos a la pizzería a cenar, brindar. Ya terminaba el viaje. Llegábamos a la calle Belgrano para esperar el bus que nos llevaría nuevamente a la Terminal de Formosa.
Y cómo no mencionar la tragicómica escena en la terminal de la ciudad de Formosa, que consistió en cuatro horas de internet y sueño, en donde las palabras sin sentido fluían con la intensidad de la picadura de un mosquito; acompañados de una lluvia repentina, en medio de unos ominosos perros que irradiaban sarna a su paso.
Breve recomendación
Les recomiendo viajar en auto a esta ciudad, o pagar las dos noches del hotel. De esa forma podrán llegar a tiempo para cuando el colectivo de la empresa que contrataron venga a buscarlos. También, por favor, llevar dinero suficiente para pagarle a un taxista y que los lleve hasta los maravillosos andenes.
Fin del viaje, 03:30 de la mañana. Sol del Paraguay. Aire acondicionado. Demasiado frío. Chistes estúpidos. En fin, había pasado casi cuatro horas de viaje cuando, al fin, ya me encontraba nuevamente en -desde ahora más que antes- mi ciudad oscura y aburrida. ¡Hasta el próximo post!
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