Elle n’a pas changé ma vie

Fueron tantas las personas que me recomendaron que viera Amélie que no se me ocurrió mejor opción para el domingo post concierto de Carajo que ponerme a ver la peli tirada en la cucha.

Acostada con el pelo suelto, la ropa más liviana que encontré a mano y con las cortinas a medio cerrar dejé que la actuación de Audrey Tautou cambie mi vida como anunciaban sus creadores que iba a hacer con este film.

Elle va changer ta vie…”

Me gustaron los paisajes, las tomas rápidas, los primeros planos y la música de Tiersen ambientando la escena donde mostraban las cosas que le gustaban a Amélie. Esa combinación de escenas con poco/nada de diálogos, tomas de aquí para allá y la ambientación musical maravillosa deleitó mis sentidos durante unos cuantos minutos.

Ciertas escenas resultaban agradables y otras me daban pudor. Y esto no solo me pasa con ciertas películas sino con los libros también; si tienen partes con contenido sexual no moderado me entra pudor, me incomodo y termino por despreciar lo que leo o veo. No me pasa eso cuando, como en “Kafka on the shore”, la historia de uno de los personajes principales, donde el tono es menos púdico que otra cosa, se equilibra con la del personaje principal de la historia paralela que se desarrolla en el libro. Y esto logra que mi decepción no sea total.

Por eso, y porque al terminar de verla no me emocioné, ni terminé feliz con un “quiero verla otra vez”, Amélie no queda entre mis películas favoritas y recomendadas. Es buena para disfrutar de los escenarios y porque también las tomas rápidas hacen que esas dos horas y piquito pasen volando. Pero como un entero, ese “no me disgusta pero tampoco me gusta” hace que termine no gustándome.

Puede que me lleve un montón de críticas con mi opinión sobre esta película. Pero, aunque quiera, no puedo sentirme diferente luego de haberla visto, y así como voy a decepcionar a los que me la recomendaron, me decepcioné yo al verla.

Ahora bien, hay alguien que sí la disfruto mucho: